30 september 2009

Holanda, entre la crisis y la resistencia social

El sábado 26 de septiembre recién pasado, se realizó la primera manifestación organizada contra las medidas que propuso el gobierno holandés para solventar la crisis del capitalismo. De modo simbólico, la manifestación empezó frente a la bolsa de comercio y terminó en el Banco Nacional de Holanda, el que al finalizar fue cercado por los participantes.







Fue una manifestación local en el centro de Amsterdam, donde la unidad de la izquierda progresista se puso a prueba. El poder de convocatoria en tiempo de crisis es muy importante y a su vez frágil. Alrededor de 400 personas se hicieron presentes. Para que tenga fuerza real el llamado a movilización y resistencia, es tarea inmediata de la izquierda holandesa trabajar por esa unidad. Pero como sabemos, esta no se dará de forma espontánea.
A esta manifestación se unieron también algunos trabajadores organizados. Sindicalistas de una Federación Nacional, marcharon a pesar de que su directiva aún no asume una posición oficial ante los planes presentados por el gobierno. La demanda de la base sindical es clara y correcta, la crisis la pagan los ricos.
La dirección de esta Federación Nacional Sindical se dio plazo hasta el primero de octubre para reaccionar a las medidas del gobierno. Sin embargo, en las negociaciones, la patronal y el gobierno han sido claros, como buenos administradores del sistema oprobioso, los trabajadores y beneficiados de la ayuda social pagarán la cuenta de esta crisis capitalista.










Típico holandés
Cada tercer martes del mes de septiembre se presenta ante los Estados Generales de los Países Bajos los planes del Gobierno para el siguiente año. Estos planes son el producto de la negociación entre la coalición de partidos políticos que conforman el gobierno. Un tradición que se remonta al siglo XV y que está estipulada en la Constitución.
La Casa Real, cumpliendo una tradición medieval, se hace presente en esta reunión anual y la reina Beatriz lee su discurso apelando a la conciencia social holandesa para asumir estos planes del gobierno que, como muchos ya saben, afectará a las familias menos favorecidas de este sistema capitalista social. La ironía es aún mayor al ver que antes de que la Reina se presente en el Parlamento, su realeza se traslada en una carroza montada en oro.


Holanda aún mantiene un estado benefactor donde los cesantes y personas no aptas para el trabajo pueden contar con un mínimo de ayuda estatal. Esta distribución social de los ingresos de impuestos, es duramente criticada por los partidos liberales de izquierda y derecha. Por su lado la derecha más radical, que ha logrado avanzar en esta última década, no cesa su ataque en contra de los extranjeros, en especial contra los musulmanes.

Descontento
Este año pareciera ser uno de los más difíciles para el Gobierno holandés. La crisis económica mundial también afecta a este pequeño país haciendo crecer el temor social y lentamente se ven indicios de resistencia organizada frente a las medidas económicas.


En uno de los periódicos de distribución gratuita del transporte público, contradicción in termini dentro del neoliberalismo, leía que una encuesta arrojaba que tan sólo un 28% de la población confía en el actual Gobierno. Y no es para menos, ya que la cesantía se encuentra en estos momentos en un 4,8% y se espera que para finales de año alcance el 9%. Los trabajadores de la construcción han perdido ya 50.000 puestos de trabajos y la juventud tiene una cesantía que bordea el 11%. Estos son solo algunos ejemplos de los estragos de esta crisis capitalista que causan descontento en Holanda.

Negociación o resistencia
Para este nuevo año de negociaciones laborales, los empleadores ya han manifestado que continuarán exigiendo al Gobierno que apoye sus planes para cambiar la ley de la Pensión de vejez. Pretenden exigir a los trabajadores que en lugar de jubilar a los 65 años, sigan hasta los 67 en el proceso laboral. Esto ha sido un fuerte golpe para la Federación Nacional de Sindicatos lo que ha conllevado a que estén llamando a una resistencia social frente a los planes de los empleadores y del Gobierno.


El partido Socialista por su lado está en el Parlamento levantando, desde la oposición, una férrea resistencia ante esta injusta medida que, en definitiva, obliga a los trabajadores a pagar esta crisis capitalista que no han ocasionado.

El Gobierno holandés, antes del receso de verano, socorrieron a los bancos afectados por la crisis, invirtiendo dinero estatal para solventar las deudas de éstos, ocasionando el descontento popular. Este descontento aumentó cuando se constató que los gerentes de estas empresas bancarias recibían grandes sumas de dinero como honorarios por servicios prestados.

El asombro fue mayor cuando las noticias revelaban que las municipalidades y gobernaciones mantenían su dinero de subsidio estatal en bancos internacionales como los casos de Kaupthing y Landsbanki. Cuando estos bancos quebraron, estas instancias del Gobierno perdieron parte del presupuesto estatal que le corresponde a la población.

Holanda, desde hace ya mucho tiempo, que está perdiendo su estado benefactor. Los más necesitados reciben cada año menos ayuda estatal. Las exigencias que impone el Estado a quienes están en riesgo de caer en la marginalidad social, son cada vez mayores y están sujetos a normas administrativas que desmotivan al necesitado en la petición de ayuda estatal. Como anécdota fue sorprendente enterarse que los Bancos de Alimentos, surgidos hace algunos años atrás por iniciativa social para ayudar a los más necesitados, cuentan con alimentos que los supermercados ya no pueden vender porque están fuera de fecha. Los desechos para los pobres.

Que los derechos y beneficios sociales estén siendo avasallados por el poder del capital no es nada nuevo ni tampoco que la extrema derecha esté acusando a los inmigrantes de esta debacle en la política estructural del capitalismo.

Preocupa si que a pesar de estos ataques a las políticas sociales, la movilización social en Holanda, no es fuerte. Este país se caracteriza por la búsqueda de consenso. Los actores sociales están representados por instancias cupulares las cuales entran hoy en una seria contradicción reivindicativa. La inquietud es si estas contradicciones podrán ser solucionadas por el poder político que dice representar a los trabajadores y a los más necesitados. Por lo mismo no deja de extrañar que en la manifestación del pasado sábado, el partido socialista estuviera ausente.

Por su parte, la Unión Europea demanda una política de consenso más compleja lo que hace aún más difícil el campo de acción dentro la política nacional. La estructura política nacional actual se remece desde su cimiento y la unidad de la Comunidad Europea se enfrenta a nuevas exigencias.
Alternativa
Con gran alegría puedo comparar las medidas que toman los gobiernos del ALBA en América Latina frente esta crisis capitalista. Alegría de ver que la humanidad tiene un referente donde, concretamente, se ve que el ser humano y su entorno es más importante que la ganancia que pueda entregar el capital económico. Solamente me pregunto, si este referente será alguna vez también una alternativa para la opinión pública holandesa.
Rodrigo

11 september 2009

Hombre de la Paz

Para matar al hombre de la paz
para golpear su frente limpia de pesadillas
tuvieron que convertirse en pesadilla
para vencer al hombre de la paz
tuvieron que congregar todos los odios
y ademas los aviones y los tanques
para batir al hombre de la paz
tuvieron que bombardearlo hacerlo llama
porque el hombre de la paz era una fortaleza

Mario Benedetti


para matar al hombre de la paz
tuvieron que desatar la guerra turbia
para vencer al hombre de la paz
y acallar su voz modesta y taladrante
tuvieron que empujar el terror hasta el abismo
y matar más para seguir matando
para batir al hombre de la paz
tuvieron que asesinarlo muchas veces
porque el hombre de la paz era una fortaleza

para matar al hombre de la paz
tuvieron que imaginar que era una tropa
una armada una hueste una brigada
tuvieron que creer que era otro ejército
pero el hombre de la paz era tan sólo un pueblo
y tenía en sus manos un fusil y un mandato
y eran necesarios más tanques más rencores
más bombas más aviones más oprobios
porque el hombre del paz era una fortaleza

para matar al hombre de la paz
para golpear su frente limpia de pesadillas
tuvieron que convertirse en pesadilla
para vencer al hombre de la paz
tuvieron que afiliarse para siempre a la muerte
matar y matar más para seguir matando
y condenarse a la blindada soledad
para matar al hombre que era un pueblo
tuvieron que quedarse sin el pueblo

Vientos del Exilio...

Mario Benedetti

8 september 2009

La actualidad del discurso de Allende en la ONU

El 4 de diciembre de 1972, el entonces presidente de Chile, Salvador Allende, tuvo la oportunidad de presentarse ante la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York y dar cuenta del país que presidía. Muchas cosas han cambiado en el curso de los últimos 36 años pero otras son muy similares e incluso, en algunos casos, se ha profundizado la distancia entre lo deseable y la áspera realidad.

Marcel Claude

Salvador Allende // Español from Diego Felipe Rosende Lindermann on Vimeo.



En cuanto a los cambios de signo negativo, una actualización al 2009 debería decir, por ejemplo: “Vengo de Chile, un país pequeño, en el que hoy cualquier ciudadano ya no es libre de expresarse como mejor prefiera, con una preocupante intolerancia cultural, religiosa e ideológica, donde la discriminación racial tiene cabida. Un país con una clase obrera atomizada en distintas y pobres organizaciones sindicales, donde el sufragio universal y secreto, es cada día menos participativo y cada vez más el vehículo para consagrar un régimen político excluyente, con un Parlamento que sufrió una severa interrupción en su funcionamiento desde su creación hace 196 años y que permanece como un poder limitado y de dudosa representatividad popular, donde los tribunales de justicia no son independientes del Ejecutivo y de los poderes económicos y militares. Un país que desde 1981 cuenta con una carta constitucional creada de acuerdo a las necesidades de una oligarquía representada en la dictadura de Augusto Pinochet y avalada por los presidentes Aylwin, Frei Ruiz-Tagle, Lagos y Bachelet, cuya vida pública está organizada en instituciones civiles bajo la tutela de las Fuerzas Armadas, con un extremadamente limitado espíritu democrático. Un país con cerca de diecisiete millones de habitantes que en los últimos 30 años no ha logrado ningún premio Nobel de Literatura, como si lo hicieron Gabriela Mistral y Pablo Neruda, ambos hijos de modestos trabajadores de un Chile menos pretencioso y soberbio pero también más humano y noble”.

Siguiendo la misma línea argumental, hoy no es posible decir que el pueblo de Chile “se encuentra plenamente entregado a la tarea de instaurar la democracia económica, para que la actividad productiva responda a necesidades y expectativas sociales, y no a intereses de lucro particular”. Menos se podría añadir que “los trabajadores están desplazando a los sectores privilegiados del poder político y económico, tanto en los centros de labor, como en las comunas y en el Estado”. Más bien habría que decir que el proceso que vive el país es totalmente opuesto y no se dirige, como sostenía entonces Allende, hacia la superación del sistema capitalista, peor aún, se consolida un capitalismo cada día más salvaje y despiadado.

En su aplaudido discurso, Allende señalaba la necesidad de poner al servicio de las enormes carencias del pueblo chileno, la totalidad de nuestros recursos económicos, lo que tenía -según él- directa relación con la recuperación de la dignidad de Chile. Para Salvador Allende, debíamos acabar con una situación en la que nosotros, los chilenos, debatiéndonos contra la pobreza y el estancamiento, teníamos que exportar enormes sumas de capital en beneficio de la más poderosa economía del mundo, por lo que la nacionalización de los recursos básicos constituía una reivindicación histórica. Nuestra economía no podía tolerar por más tiempo la subordinación que implicaba tener más del 80% de las exportaciones, en manos de un reducido grupo de grandes compañías extranjeras que siempre habían antepuesto sus intereses a las necesidades de los países en los cuales realizaban sus operaciones lucrativas. Tampoco podíamos aceptar la lacra del latifundio, los monopolios industriales y comerciales, el crédito para beneficio de unos pocos ni las brutales desigualdades en la distribución del ingreso. Esta realidad denunciada por el entonces presidente Allende, no ha cambiado mayormente e incluso se ha agudizado, puesto que hoy los monopolios y la concentración de la riqueza son aún peores que en ese entonces; así también, la propiedad de la tierra y de los principales recursos naturales siguen siendo de usufructo del capital trasnacional y de los grupos económicos nacionales.

En relación al cobre, Allende denunciaba que “sólo en los últimos cuarenta y dos años se llevaron, en ese lapso, más de cuatro mil millones de dólares de utilidad…”. Cuánto más no habría que escandalizarse hoy en día cuando sólo en el año 2006, las compañías multinacionales que explotan el cobre chileno se llevaron la módica suma de 20 mil millones de dólares. En ese entonces, Allende comparaba cifras y pedía tener presente que con sólo una parte de esa suma se asegurarían proteínas para siempre a todos los niños chilenos. Respecto a las sumas que hoy extrae el capital extranjero podemos afirmar -como lo hiciera Allende- que se podría asegurar por muchos años una educación apropiada para todos los niños de Chile. Lo grave es que esto no sólo ocurre con el cobre, sino también con el agua, el suelo, y todos los recursos pesqueros y forestales de que dispone el país para su desarrollo.

En ese entonces -como hoy- con Allende podemos afirmar que “Chile es también un país cuya economía sigue enajenada a empresas capitalistas extranjeras…; un país con una economía extremadamente sensible ante la coyuntura externa, donde millones de personas han sido forzadas a vivir en condiciones de explotación y miseria, de cesantía abierta o disfrazada”.

A tanto ha llegado el retroceso de Chile en casi todos los aspectos que hoy ni siquiera siguen siendo validas las conclusiones de Allende, cuando se refería al pueblo chileno como políticamente maduro. Hoy es todo lo contrario, ya que como pueblo, exhibimos una inmadurez política mayúscula que impide por falta de práctica, capacidad reflexiva, desidia, flojera y hasta mediocridad superior, una participación activa y decidida para hacer frente a los saqueos, robos y todo tipo de abusos de que somos víctimas.

La trágica actualidad de ese ovacionado discurso de Allende, se extiende también a las consecuencias que él anunciara como resultado del proceso de globalización y que hoy se hacen cada día más evidentes, cuando sostenía que las perspectivas para Chile, como para tantos otros países del Tercer Mundo, no eran más que estar condenados a excluir de las posibilidades de progreso, bienestar y liberación social a más y más millones de personas, relegándolas a una vida infrahumana.

Así y todo, confiamos tanto como Allende en que los grandes valores de la Humanidad tendrán que prevalecer y no podrán ser destruidos.

- Marcel Claude es economista y director de Arena Pública, Plataforma de Opinión de la Universidad Arcis

- DISCURSO DE SALVADOR ALLENDE ANTE LA ASAMBLEA GENERAL DE LAS NACIONES UNIDAS (4 diciembre de 1972): http://www.salvador-allende.cl/Discursos/1972/NU.pdf