10 juli 2011

40º aniversario de un hecho histórico

Hernan Soto
Punto Final

El 11 de julio se cumplen 40 años de la nacionalización del cobre por el gobierno del presidente Salvador Allende. Ese día de 1971 los diputados y senadores que asistieron al Congreso Pleno aprobaron por unanimidad el proyecto de reforma constitucional que recuperaba para el patrimonio nacional el cobre, en poder de compañías dependientes de tres consorcios norteamericanos: Anaconda (Chuquicamata y Exótica, además de Potrerillos y El Salvador), Kennecott (El Teniente) y Cerro Corporation (Andina). Nunca un proyecto de esa significación y envergadura había concitado tal apoyo. Todos los sectores y partidos políticos, a través de sus parlamentarios, coincidían en que se trataba de una medida de alta significación patriótica y económica. La nacionalización del cobre era una de las medidas estructurales básicas contempladas en el programa de gobierno de la Unidad Popular y como tal, parte de un plan de cambios que tenían como objetivo la plena independencia y soberanía del país y el avance hacia el socialismo en democracia.
En ese tiempo, la producción de la Gran Minería se movía entre 550 y 580 mil toneladas al año (actualmente sólo Codelco produce alrededor de un millón 700 mil toneladas, un tercio del total de la Gran Minería). El golpe militar de 1973 puso un final sangriento al gobierno de Allende y su proyecto de sociedad. Aunque la nacionalización del cobre dejó de ser parte esencial del programa de transformaciones en que estaba inserta, mantuvo importancia específica. A tal punto, que es considerada una de las medidas económicas más trascendentes de la historia nacional. En cuarenta años Codelco ha aportado al Estado más de 80 mil millones de dólares; es la principal empresa productora de cobre del mundo y mantiene un nivel profesional y tecnológico entre los mejores de la industria. Obviamente su importancia para el país habría sido mucho mayor dentro del modelo que pretendió establecer la Unidad Popular, pero esa es la historia que no fue.



Afán privatizador



El saldo más que positivo del funcionamiento de Codelco contrasta con las opiniones privatizadoras que se repiten cada cierto tiempo. En recientes declaraciones, Pablo Wagner, subsecretario de Minería, calificó la nacionalización como un “error histórico”. Tuvo respuesta a través del actual presidente ejecutivo de Codelco, Diego Hernández: “Independiente de cualquier consideración ideológica o política, si sólo nos quedamos en el mundo de las platas, está claro que para el Estado chileno ha sido una buena decisión no haber vendido Codelco”.

Es un interés permanente de algunas transnacionales apoderarse de la gran minería estatal del cobre chileno. La capacidad productiva de Codelco, sus reservas y equipamiento, su personal calificado y posicionamiento en el mercado son de primer nivel. Si sigue siendo estatal puede ser avalada por el Estado, podría expandirse considerablemente y no sería sencillo desplazarla del mercado, porque sus intereses son los mismos del país que tiene la mayor reserva de cobre del mundo y no solamente los de un grupo de accionistas controladores. Con las declaraciones de Pablo Wagner parece resurgir en la derecha la voluntad de privatizar Codelco. Desde el golpe militar, algunos de sus personeros intentaron hacerlo -como el ministro de Hacienda, Fernando Léniz-, hombre de El Mercurio. Algo parecido intentó Jorge Cauas, adelantado de los Chicago boys, también sin éxito. Se hablaba de un veto militar. Finalmente, Pinochet aceptó el ingreso de capitales extranjeros a empresas nuevas o que no hubieran sido nacionalizadas. Así llegó Exxon a controlar Disputada y la canadiense Noranda se interesó por Andacollo.

La situación no desalentó a los neoliberales que buscaron frenar la expansión de Codelco. Lo lograron. Poco a poco buscaron abrir las puertas a la inversión extranjera, que vacilaba por el descrédito de la dictadura militar como por la posible actitud de la oposición a Pinochet, que comenzaba articularse. Pesaba el temor a posibles nacionalizaciones y no sirvió de mucho el pago de 377 millones de dólares como indemnización -ilegal, sin duda- a las empresas cupríferas nacionalizadas. Era necesario dar más garantías, porque había surgido un nuevo obstáculo en la Constitución de 1980, que conservó la norma de la Constitución democrática en orden a establecer a favor del Estado el dominio absoluto, exclusivo, inalienable e imprescriptible sobre todas las minas. La salida encontrada fue doble: se dicta una ley orgánica constitucional sobre la minería que contemplaba la figura de la concesión plena, sobre la cual el titular tiene dominio pleno semejante al derecho de propiedad: absoluto, indefinido, transferible y transmisible, protegido por el pago de una patente módica; el segundo elemento fue una norma sobre posible nacionalización, que debería pagarse al contado con una indemnización conforme al valor presente de los flujos futuros de caja que pudiera generar la concesión. La Ley Minera, obra de José Piñera Echenique, entonces ministro de Minería y del ministro de Hacienda, Hernán Büchi, fue promulgada por la dictadura en 1982. Las transnacionales comenzaron a interesarse, y al mismo tiempo buscaron asegurarse ante un posible gobierno democrático. Especialmente porque la oposición había declarado que no reconocería la legislación minera de la dictadura. No tuvieron que preocuparse cuando el primer gobierno democrático del presidente Patricio Aylwin, con el respaldo de la Concertación, decidió que no habría cambios en la política minera. Siguieron, por lo tanto, las restricciones a la expansión de Codelco y las puertas abiertas a las transnacionales. Entre 1990 a 2000 más de 13 mil millones de dólares se invirtieron en la minería del cobre, aumentando la producción nacional aproximadamente a 4 millones y medio de toneladas.



Nacionalización en marcha



A pesar de la unanimidad de 1971 para aprobar la nacionalización las dificultades aparecieron pronto. Las compañías norteamericanas no facilitaron las cosas. Muchos técnicos se fueron del país. Lo más grave, sin embargo, eran las deficiencias en los planes de expansión, que incluso amenazaban el funcionamiento de Chuquicamata y El Teniente y demandaron esfuerzos urgentes y costosos para remediarlos. El clima laboral se fue enrareciendo, a parejas de lo que sucedía en el campo político. La derecha en los minerales pasó pronto a acciones desestabilizadoras y golpistas, que llegaron al sabotaje. Los supervisores pagados en dólares fueron a la huelga contra el pago en moneda nacional. En los sindicatos de obreros y empleados el ambiente se enturbiaba. Pesaba el economicismo, y las divisiones que habían estimulado las compañías norteamericanas produjeron paros seccionales y también huelgas de mayor alcance. Culminaron con la huelga de El Teniente entre abril y junio de 1973, en que miles de trabajadores manipulados por la derecha sediciosa prepararon el clima al golpe militar.

Hubo fallas por parte de los ejecutivos de las empresas en su relación con los trabajadores, que los llevaban a no comprometerse a fondo con la nacionalización. Así lo reconocía David Silberman, gerente general de Chuquicamata, en carta de 12 de julio de 1972 a El Mercurio. Señala que “los chilenos se la han podido. La nacionalización es un éxito pese a quien pese” y agrega: “Se ha avanzado poco en cambiar el papel de la clase obrera en la producción. Por tal razón, en alguna medida los trabajadores ven en la nacionalización únicamente el cambio de un patrón por otro. No hay aún suficiente conciencia de que el cobre entrega ahora beneficios exclusivamente para Chile. En la medida que mostremos abiertamente a los trabajadores las cifras concretas de producción, las condiciones financieras de la empresa, la situación del mercado, las disponibilidades de la empresa, la situación del mercado, las disponibilidades de materias primas, la real capacidad instalada, etc., lograremos llegar a relaciones de nuevo tipo que vinculen directamente las remuneraciones a la producción”.

Los embargos al cobre, trabados por la Kennecott en Estados Unidos y Europa, complicaron la situación. Sin embargo, a pesar de todo, las minas no se paralizaron y la mayoría de los trabajadores se puso al lado de la nacionalización, exigiendo mayor participación en la gestión de las empresas y reconociendo los beneficios sociales alcanzados, los proyectos educacionales y culturales, los encuentros de producción y los estímulos a la innovación. Fue una lucha en gran escala que terminó con el triunfo de las fuerzas populares.

Uno de los temas más socorridos de la prensa opositora a la Unidad Popular fue el funcionamiento de las empresas nacionalizadas del cobre. El objetivo era desprestigiar a sus ejecutivos, casi siempre jóvenes profesionales con escasa experiencia. En Chuquicamata, a comienzos de 1972, el promedio de edad en la línea ejecutiva era de 31 años. Muchos eran profesionales sin militancia política, que dieron verdaderas lecciones de compromiso y eficiencia. Pasados cuarenta años, se reconoce que la administración de los minerales fue eficiente y honrada. En un libro reciente, escrito por investigadores de derecha, se dice: “A pesar de las acusaciones de mala administración por parte de la oposición, tenemos la impresión que Codelco fue bien manejada por los responsables de la Unidad Popular”. (Historia política del cobre 1945-2008, Joaquín Fermandois, Jimena Bustos y María José Schneur. Ediciones Centro de Estudios Bicentenario, Santiago, 2009).



Codelco amenazada



Desde hace más de treinta años el cobre parece estar en permanente peligro, asediado por las transnacionales y sus aliados internos. La privatización de Codelco es tema recurrente. Cada cierto tiempo surgen iniciativas que logran ser contenidas por un rechazo ciudadano mayoritario, hasta el momento. Porque incluso sectores que se califican de Izquierda a veces vacilan. Codelco sigue siendo el gran diamante de la corona. En el evento de que Codelco pasara a manos privadas, sus propietarios exigirían un trato semejante a las otras grandes mineras privadas, lo que profundizaría la exacción que sufre Chile vía utilidades excesivas que no son limitadas. Con todo, no parece ser ese el mayor peligro. La disminución de su peso relativo en el mercado, derivada en parte de las restricciones que se le imponen a su desarrollo y a las enormes inversiones que se avecinan en la minería privada, pueden afectar fuertemente a Codelco. Para los próximos siete años se calculan inversiones entre 35 mil y 40 mil millones de dólares, que llevarían la producción de cobre en el país a 7 millones 500 mil toneladas al año incluyendo a Codelco, que aportaría alrededor de la cuarta parte de esa cifra.

Entretanto, según datos de Cochilco y el Consejo Minero, las mineras privadas obtuvieron más de cien mil millones de dólares de ganancias entre 2005 y 2010. En el mismo periodo pagaron del orden de 20 mil millones de dólares en impuestos. Las ganancias de las transnacionales en los últimos cinco años casi quintuplicaron la inversión extranjera total en la gran minería entre los años 1974 y 2006. Y tributan menos que Codelco.

Hay un nuevo peligro. Debido a la escasez relativa de pertenencias mineras interesantes, las trasnacionales miran hacia las pertenencias que Codelco podría cederles por simples acuerdos de su directorio. Esta es una situación que ya denunció hace nueve años Armando Uribe, académico especialista en derecho minero. El grupo Luksic, a través de uno de sus ejecutivos, declaró que “Codelco es propietaria de zonas muy extensas de propiedad minera, así que va a ser foco de interés para cualquier compañía llegar a algún acuerdo en materia de exploración”, como se ha acordado con ellos en una zona cercana a Sierra Gorda.



Renacionalización del cobre



En el futuro no cesarán los impulsos privatizadores. Con el neoliberalismo las transnacionales seguirán lucrando, con grandes utilidades y bajos impuestos, protegidas por la “concesión plena” y la dificultad para nacionalizarlas. El cobre será cada vez menos chileno, salvo que una fuerte mayoría democrática haga ceder terreno a las transnacionales a través de una nueva Constitución, la derogación de la Ley Minera, el establecimiento de un justo royalty sobre las ventas o la eliminación definitiva de la invariabilidad tributaria. Será necesario, al mismo tiempo, debatir y reflexionar, cotejando experiencias de otros países. Se cita, por ejemplo, el caso de Noruega, cuya riqueza petrolera transformó su economía. El Estado noruego cuida sus recursos. Se reserva el derecho a fijar cuotas de producción y parámetros tecnológicos para conservar el recurso y ajustar su oferta a los requerimientos del mercado. El Estado destina parte importante de los recursos a empresas de su propiedad. Además, cobra derechos a los privados, aplica un royalty sobre las ventas y un impuesto específico a las utilidades, sin perjuicio de someterlos a la legislación tributaria común. Estas condiciones, que en Chile serían criticadas por la derecha como excesivas, en Noruega son aceptadas por las transnacionales sin problemas. Noruega, entretanto, alcanza el mejor índice de desarrollo humano y un fondo soberano de 500 mil millones de dólares.

Así como la nacionalización del cobre tuvo un camino largo y difícil, la renacionalización no será sencilla. Para prepararla hay no pocas medidas necesarias y posibles. Como la prohibición de exportar concentrados y autorizar solamente la exportación de cobre fundido o refinado; el control sobre los metales preciosos y minerales asociados; el control de los precios de transferencia; el término de la invariabilidad tributaria; un royalty efectivo; un nuevo diseño laboral para eliminar los abusos de la subcontratación y otras medidas semejantes que vayan cambiando el régimen privilegiado de que gozan las trasnacionales.

¿Fue la nacionalización un éxito o un fracaso? La respuesta es doble. Con el funcionamiento de Codelco a cargo de las minas nacionalizadas, ha sido un éxito notable, en términos de eficiencia y rendimiento económico al servicio de Chile. Puede también haber sido un éxito como base importante para una futura renacionalización, y para las medidas que deberían empezar a aplicarse a las transnacionales como expresión de una nueva voluntad patriótica y soberana del Estado de Chile. Pero hay también otra respuesta que no debe ser silenciada. La nacionalización fue traicionada por los mismos que dijeron que no aceptarían la legislación entreguista de la dictadura y que le dieron legitimidad a las actuaciones intolerablemente abusivas de las transnacionales del cobre









Publicado en “Punto Final”, (edición Nº 737, 8 de julio, 2011)

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9 juli 2011

La batalla decisiva

Venezolanos bien informados, como Eleazar Díaz Rangel director del diario Ultimas Noticias de Caracas, pronosticaron que el presidente Chávez estaría de regreso “aunque fuera en camilla” antes del 5 de julio, conmemoración del Bicentenario de la Independencia de Venezuela. Se jugaron a lo previsible: el carácter enérgico y temperamento voluntarioso del mandatario. Sin embargo, hubo un momento en que esas predicciones entraron en zona de penumbras. Esto sucedió el 30 de junio cuando Chávez leyó un mensaje desde La Habana revelando que no sólo lo habían operado de un absceso pélvico, sino también de un tumor canceroso. Su detallada descripción dejó en claro que su vida estuvo cerca del final. La biopsia del absceso -ubicado en una región que anida órganos vitales-, descubrió que había algo todavía más grave: un tumor “con presencia de células cancerígenas”, que le fue extraído.

Desde entonces, la salud de Chávez -que el 28 de julio cumple 57 años- sigue evolucionando satisfactoriamente, aunque sometido a estricto tratamiento “para combatir los diversos tipos de células” detectados por la medicina cubana, cuya oportuna intervención le salvó la vida. Por eso Chávez, que amaneció el 4 de julio en Caracas, ha sido cauto al calificar su regreso como el “inicio del retorno”, destacando que aún debe enfrentar “una batalla por la vida”. Así lo subrayó en forma clara desde el balcón del palacio de Miraflores: “Amado pueblo venezolano, estoy seguro que ustedes comprenderán las dificultades de esta batalla; que nadie se vaya a creer que ya mi presencia aquí este 4 de julio, significa que ganamos la batalla; no, hemos comenzado a remontar la cuesta...”.

La salud de Chávez ha sido durante un mes tema de primera plana en la agenda noticiosa internacional. Desde interpretaciones torcidas y rumores malévolos, hasta algunas pocas informaciones objetivas, fue un eje noticioso en todo el mundo. Sin embargo, situado en un campo bajo control enemigo, Chávez consiguió filtrar su propio mensaje y finalmente dominó el escenario. Pudo llegar así al interlocutor que en realidad le interesa, y que busca en forma permanente en su discurso plagado de citas de Bolívar, poesías, refranes populares y canciones de Alí Primera. Su auditorio es el pueblo pobre venezolano y latinoamericano. La sinceridad y reciedumbre de sus mensajes, incluyendo la comunicación masiva instantánea a través de Twitter, llegan elocuentes a la conciencia y corazón de millones de latinoamericanos. Hombres y mujeres humildes han descubierto en Chávez, debajo de las gruesas capas de caricaturas y falsedades que lo recubren, el talante y dimensión de un auténtico líder revolucionario, proveniente de una modesta familia de maestros primarios. Un Chávez que se hizo militar porque en el ejército podría ser beisbolista y que en cambio en el camino, puliendo ideas, se hizo revolucionario.

Su visión política permitió a Fidel Castro advertir en Chávez, derrotado jefe de una sublevación militar el 4 de febrero de 1992, los rasgos del futuro conductor de un proceso social y político -la revolución bolivariana- que ha hecho renacer la esperanza socialista en América Latina. En 1994, cuando Chávez salió de prisión, recorrió varios países latinoamericanos -entre ellos Chile-, buscando vínculos políticos. Pero sus esfuerzos se estrellaron contra la indiferencia y frialdad de una Izquierda enferma de dogmatismo e ignorante de la historia y cultura de Venezuela y el Caribe. Distinta fue la actitud de Cuba y sus dirigentes, que lo invitaron a la isla y lo trataron con el respeto y fraternidad que merecía. Una historia común de luchas revolucionarias, compartiendo pan, sangre y sueños, ha convertido en hermanos a los pueblos cubano y venezolano. Hoy, ciertamente, esos lazos son más estrechos que nunca.

No es la primera vez que Chávez libra una batalla por su vida. En su mensaje del 30 de junio hace mención a las “aciagas horas” del 11 de abril de 2002, derrocado y prisionero en la base naval de Turiamo. Logró enviar -a través de un suboficial leal- un mensaje al pueblo venezolano desmintiendo que hubiese renunciado, como pretendían los militares, empresarios y curas golpistas. El fax con sus palabras llegó a La Habana, que lo difundió a todo el mundo, frustrando las siniestras intenciones del golpismo y alentando la movilización del pueblo y el ejército unidos, que repuso en su puesto al presidente en menos de 48 horas. Hoy la consigna de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana es “patria, socialismo o muerte”, y así inició el desfile de este Bicentenario.

Después del fracaso del golpe para derrocar a Chávez, vinieron nuevos tiempos de tensiones y acechanzas: el paro empresarial de diciembre de 2002 a febrero de 2003, el referéndum revocatorio de agosto de 2004, las escaramuzas callejeras de militares en retiro y estudiantes hijos de una burguesía rabiosa y asustada por los cambios que comienzan a borrar desigualdades. La sociedad parasitaria que vive de la renta petrolera, derrochadora y consumista, ha generado mil formas de corrupción y deformaciones burocráticas que obstaculizan el proceso. En estos años también abundaron las conspiraciones -que prosiguen-; los planes de magnicidio; los intentos de manipular a Colombia como plataforma de agresión a Venezuela, Ecuador y Cuba; las campañas internacionales de desinformación, y sobre todo, se atizó el odio enfermizo de una oposición dependiente de la chequera norteamericana y que abusa de la Constitución más democrática de América Latina para llamar abiertamente a la sedición y pedir la intervención imperialista.

Desde el 6 de diciembre de 1998, cuando fue elegido por primera vez, Chávez ha enfrentado una decena de elecciones y plebiscitos y se prepara para competir en 2012. Las encuestas señalan una intención de voto a su favor de entre el 45 y el 54%. Ninguno de los numerosos candidatos opositores llega al 20%. Más del 60% de los venezolanos dicen aprobar su gestión. Es un hecho que entre el líder de esta revolución y el pueblo se ha establecido una “conexión amorosa”, como la define Toby Valderrama, columnista del diario Vea de Caracas. El insustituible liderazgo de Chávez constituye la fuerza, pero también la debilidad del proceso. El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) lleva considerable retraso en forjar una dirección colectiva que garantice la continuidad del proceso.
Chávez, sin embargo, tiene conciencia de su responsabilidad histórica. Además de su propia astucia política, cuenta con un consejero experimentado: Fidel. Ambos saben que fortalecer, profundizar y perfeccionar la revolución bolivariana -que demanda todavía muchos afanes-, es la clave del proyecto socialista latinoamericano. En lo inmediato, lo prioritario es ganar la batalla por la vida de Chávez.

Convertido en un revolucionario curtido y maduro, cuyo pensamiento fusiona las ideas latinoamericanistas y antimperialistas de Bolívar, Martí y el Che, del marxismo y del cristianismo, de la religiosidad popular y de los espíritus de la sabana, Chávez no tiene en esta encrucijada otra alternativa que ganar la batalla decisiva.


Editorial de “Punto Final”, edición Nº 737, 8 de julio, 2011)

Allende, el Cobre y el Movimiento de Trabajadores y Estudiantes.

3 juli 2011

En el mes del cumpleaños de NERUDA











"El Presidente de la República ha dado un paso más en la desenfrenada persecución política que lo hará notable en la triste historia de este tiempo..." :-)

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Disfrutalo y difundelo

Pancho Calama
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Movilización estudiantil en Chile

1 juli 2011

Comunicado









 


Chile ha vivido hoy una jornada de movilización democrática y multitudinaria,que ha recorrido todo el país.
Se han expresado en forma contundente mayorías nacionales.
El Partido Comunista respalda, solidariza y participa de esta jornada histórica, junto a muchas otras fuerzas políticas y sociales que levantan claras demandas para cambiar el injusto sistema educativo.
Ante este cuadro, surgen voces que de manera agresiva descalifican la participación de fuerzas políticas en estas movilizaciones, y en especial atacan con beligerancia al Partido Comunista.
Pero también, advertimos, existen quienes pretenden realizar acciones directas, violentas, en contra del Partido y sus sedes.
El Partido Comunista alerta respecto de estas provocaciones,y desea advertir que el objetivo de ellas es debilitar, dividir y fragmentar el unitario, nacional y creciente movimiento nacional por una educación justa y democrática.



Quién es Joaquin Lavín? :-)

Durante la dictadura de Augusto Pinochet y con sólo 26 años, fue designado decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad de Concepción. Trabajó junto a Hernán Büchi (posteriormente candidato a la presidencia en 1989) aplicando en el país un modelo económico libre mercadista y neoliberal implantado por los llamados Chicago Boys.















Joaquín José Lavín Infante (Santiago, 23 de octubre de 1953) es un economista, académico y político chileno de derecha, ex alcalde de las comunas de Las Condes y Santiago, uno de los fundadores y propietarios de la Universidad del Desarrollo, miembro del Opus Dei y actual ministro de Educación del Gobierno del presidente Sebastián Piñera.
Se postuló a la presidencia de Chile en 1999, perdiendo frente a Ricardo Lagos en segunda vuelta por un estrecho margen y fue uno de los dos candidatos de la coalición Alianza por Chile (junto a Sebastián Piñera) a presidente en 2006, sin conseguir pasar a segunda vuelta, siendo superado por su compañero de alianza. Milita en la Unión Demócrata Independiente.
El 9 de febrero de 2010 fue nombrado ministro de Educación del gobierno de Sebastián Piñera, cargo que asumió el 11 de marzo de ese año.

Bron:Wiki

La crisis de la educación y la movilización social

La crisis de la educación y la movilización social

 Las organizaciones políticas y sociales, agrupadas en el Juntos Podemos Más, hemos compartido y acompañado  las masivas y amplias movilizaciones de estudiantes, profesores, académicos, rectores, asistentes y trabajadores de la educación y de los distintos actores que, desde las mas diversas esferas de la vida nacional, han expresado la necesidad urgente de cambios estructurales a nuestro sistema educacional, propiciando reestablecer constitucionalmente el derecho a la educación de todos los chilenos y chilenas, obligando al estado a proveer educación gratuita, laica y de calidad.
  Compartimos y acogemos como nuestras las demandas de los estudiantes secundarios y universitarios, así como las del Colegio de Profesores y los rectores de las Universidades que reciben recursos públicos. Asumimos como muy valiosa la Propuesta Educacional levantada por 43 parlamentarios de oposición en la cual comprometen sus esfuerzos legislativos.  Estimamos que el gobierno debe escuchar y deponer su intransigencia a realizar los cambios y aportes de recursos para comenzar a revertir la realidad actual de la educación chilena que esta llevando a un callejón sin salida a millones de jóvenes chilenos que sólo pueden esperar un incierto futuro.

Rechazamos la medida de adelantar las vacaciones de invierno para los colegios en toma ya que no aporta nada a la búsqueda de soluciones a las legitimas demandas de los actores educacionales, al contrario, las prolonga, pretendiendo dividir al movimiento estudiantil, castigando a los movilizados.

  A estas alturas del conflicto es el presidente de la república el que le debe una respuesta al país.

  El país reclama más democracia para resolver los grandes problemas que hoy enfrentamos y que requieren que la sociedad chilena se pronuncie ante asuntos tan profundos como la educación que necesitamos, la matriz energética que estamos dispuestos a asumir, la resolución de los problemas de los pueblos originarios, la situación de nuestros recursos naturales como el agua y el cobre, entre otros, los derechos de los trabajadores y la inequidad social que los afecta. Para ello somos firmes partidarios de impulsar el cambio de la Constitución, ilegitima en su gestación, que nos rige en la actualidad, abriendo los cauces de participación democrática de la ciudadanía, cambiando la institucionalidad política y estableciendo el Plebiscito como mecanismo vinculante para dirimir, con la opinión explicita de quienes detentan la soberanía nacional, los grandes asuntos y problemas que enfrentamos hoy.

  Es por todo lo anterior que apoyamos resueltamente el Paro Social y Ciudadano para mañana jueves 30 de Junio al que están convocando los estudiantes secundarios y universitarios, los profesores, los padres y apoderados, la CUT, la ANEF, la CONFUSAM, Patagonia sin represas y muchas organizaciones sociales y políticas, y convocamos a todos los adherentes y simpatizantes del Juntos Podemos Más a movilizarse activamente en esta jornada y a estar atentos a nuevas movilizaciones que surjan en los próximos días.

Comité Ejecutivo
Juntos Podemos Más