11 december 2012

Chávez llegó a la revolución para quedarse





Ya hay gente de la oposición venezolana planteando que si Chávez no venciera a la enfermedad, quien debiera ocupar la Presidencia es el derrotado candidato Capriles. Su lógica democrática suele tener la misma consistencia que su interés por los pobres antes de que Chávez llegara . También están los que creen que pueden ir sin más a los militares a invitarles a dar un paso fuera de la Constitución. Olvidan que en los cuarteles venezolanos ya no cuelgan escenas de West Point ni imágenes de marines matando vietnamitas, sino retratos de Bolívar o del Che Guevara. Otros andan enredando a ver si logran que alguien cercano al Presidente dé un paso a favor de la oposición, volviendo a olvidar que si hay ahora un mandato trascendente en Venezuela es la petición de unidad lanzada por el Presidente camino de la mesa de operaciones.
Como siempre, ahí están los medios de comunicación (el 80%, conviene saberlo, en manos de los enemigos del proceso), jugando a ser el principal partido de una oposición cuyo único acuerdo es sacar a Chávez del Palacio de Miraflores. La enfermedad del Presidente dibuja hoy una sonrisa en sus rostros de buenos católicos, apostólicos y romanos -aunque vista su probada necrofilia podríamos jugar con las palabras-, convencidos de que después de decenios dándolo por desaparecido, alguna vez tendrá que ser verdad. Ayer intentaron hacer de un mensaje en Twitter un evento mundial. La cercanía de las Navidades aviva su amor. Pero su apuesta, #RIPChávez , se quedó a decenas de miles de puestos de distancia de #BuenaVibraPaChávez , quedando claro que ni se asoman a saber que lo que tiene Chávez con su pueblo es la relación que tienen los que han salido juntos del agujero y nunca se han traicionado. Cuando crees que el poder te pertenece por nacimiento, nunca te acostumbras a ver a otro en la silla presidencial. Y si la ira te confunde, el juicio se te nubla. Se lo dice constantemente la embajada norteamericana, pero no les entra.
Desde el Gobierno bolivariano, estas estrategias no son nuevas. "No jueguen con el amor de un pueblo. Y menos con el amor de un pueblo que fue maltratado durante muchos años (...) Oposición: tengan mucho cuidado con lo que hacen". La advertencia es de Diosdado Cabello, Presidente de la Asamblea Nacional y persona con un gran ascendiente entre los militares venezolanos. Desde que apareció Chávez, la desesperada oposición no ha dudado en cada momento, en usar cualquier estrategia para intentar ganar fuera de las urnas lo que no ha estado en condiciones de ganar en las elecciones más limpias y transparentes de América Latina (como han reconocido los Presidentes de los Tribunales Electorales de América Latina o el estadounidense Centro Carter).
No es un atributo exclusivo de la derecha venezolana (recordemos los golpes de Estado de Franco, Pinochet, Videla; la caza de brujas de McCarthy para intentar acabar con los demócratas en los EEUU; el papel de la Contra en Nicaragua; la guerra sucia, incluso, contra Felipe González -que en el fondo era uno de los suyos-, y un largo etcétera), pero en la patria de Bolívar exageran. Allí han probado, sin éxito, todos y cada uno de los métodos que a lo largo de la historia latinoamericana han servido para sacar del Gobierno a los Presidentes desobedientes con los mandatos históricos de eso que antes de la caída del Muro de Berlín se llamaba imperialismo. Y es en ese fracaso donde nació la comunión de Chávez con su pueblo.
Con su enfermedad, Chávez no ha hecho como Mitterrand -quien ocultó su dolencia al pueblo de Francia-, sino que, muy al contrario, se presentó a las elecciones haciendo saber que estaba golpeado por el cáncer. El pueblo le dio un espectacular apoyo, y con una participación histórica del 80,48%, le sacó 11 puntos de ventaja a su opositor (8.854.935 votos frente a 5.176.253). Obama le sacó a Romney 3,4 puntos. Los intentos de la oposición de olvidar ese resultado no ayudan a nadie. En especial a ellos. Pero sólo se miran en el espejo de los medios de comunicación a los que financian.
Pero la reaparición de células malignas en el mismo lugar de anteriores operaciones, no puede ignorarse. Chávez, en un acto de urgencia, señaló a Nicolás Maduro, actual Canciller y Vicepresidente, como la persona que debiera hacerse cargo de las riendas del proceso revolucionario en caso de que un fatal desenlace le impidiera tomar posesión en enero. El artículo 233 de la Constitución es claro en su párrafo segundo: "Cuando se produzca la falta absoluta del Presidente electo o Presidenta electa antes de tomar posesión, se procederá a una nueva elección universal, directa y secreta dentro de los treinta días consecutivos siguientes. Mientras se elige y toma posesión el nuevo Presidente o la nueva Presidenta, se encargará de la Presidencia de la República el Presidente o Presidenta de la Asamblea Nacional".
Chávez, como en tantas otras veces, ha pensado más en Venezuela que en su suerte personal. Hay decisiones que podrían haber encontrado más fluidez con mayores plazos, pero es indudable que ajustar los resortes de un país en la mira de los Estados Unidos no es tarea sencilla. Hoy podemos pensar que hubiera sido bueno un menor esfuerzo suyo en la campaña, pero también sabemos que eso sólo es una opción cuando lo que cuenta es tu salud y no la del país. El mensaje de Chávez, acompañado de los rostros abatidos de su Gobierno, propios de una última cena, han tenido el efecto demoledor de quien piensa en términos de historia. Chávez, a quien quiso escuchar, dijo: "entro en la sala de operaciones pero no sé si saldré de ella. Quiero que el proceso hacia el socialismo siga su rumbo. Y la persona adecuada para lograrlo es Nicolás. Quiero que todo el pueblo, militares, partidos, consejos comunales, funcionarios, Gobierno den un ejemplo de unidad en torno al Vicepresidente en caso de que haya elecciones y yo ya no esté. Voy a luchar por regresar, pero si no fuera el caso, tienen ustedes claro mi deseo".
Orden constitucional garantizado Sólo los que llevan años deseando o buscando la muerte de Chávez están adelantando análisis. No hay mayor bondad en pretender dar por hecho lo que no ha sucedido. ¿Qué puede decirse entonces? El orden constitucional en Venezuela está garantizado. Los criterios jurídicos vinculados a la ausencia del Presidente son meridianos y el apoyo tanto del pueblo como del ejército a ese orden constitucional, no tiene la mínima fisura. No hay ninguna razón, salvo las malas intenciones, para cuestionar lo que queda bien reglamentado en el orden legal venezolano. Además de que sigue siendo cierto que lo mejor que le puede pasar a Venezuela y a América Latina es que el 10 de enero Hugo Chávez tome posesión de su cargo como Presidente.
En los días que transcurran hasta la operación del Presidente, pareciera sensato legitimar políticamente la opción por Nicolás Maduro expresada por Chávez. Para ello, deben ponerse en marcha los órganos políticos dispuestos al respecto (especialmente, el Partido Socialista Unido de Venezuela, pero sin olvidar a las demás fuerzas que apoyan el proceso). El carisma del Presidente Chávez sirve para trasladar su compromiso con la Venezuela socialista a Maduro, como ocurriera con Lula y Dilma Russeff. Conviene, por tanto, respetar los procedimientos correspondientes, aún más cuando Maduro viene perfilándose desde hace tiempo como el sucesor natural de Chávez.
La figura de Nicolás Maduro ha experimentado en los últimos años un enorme crecimiento político -como ha ocurrido con Evo Morales, con Rafael Correa o con Cristina Fernández-. En cualquier caso, los escenarios que podrían abrirse con la ausencia de Chávez del primer plano de la escena política le obligan a dilucidar algunos aspectos importantes que Chávez ha solventado con su enorme prestigio personal.
En primer lugar, debe dejar claros los cauces por donde discurrirá la unión cívico-militar (que es un rasgo distintivo de la Venezuela bolivariana). En segundo lugar, sería importante una reconfiguración del PSUV de manera que las diferentes sensibilidades que siempre existen en todo proyecto político -y que en ausencia de Chávez cobrarán fuerza- encuentren su espacio de expresión. En tercer lugar, hay que dedicar muchos esfuerzos a la puesta en marcha del nuevo plan socialista (con el que se ganaron las elecciones) dando prioridad a las exigencias populares, ahondando en la eficacia gubernamental y permitiendo que los problemas existentes encuentren espacios públicos de expresión para que se conviertan en formas populares de evaluación de las políticas públicas (ahí está una de las garantías de la unidad popular). Por último -y en eso Maduro tiene mucho camino andado- es esencial que las diferentes formas de integración regional sigan avanzando. El continente latinoamericano le debe a Chávez tener hoy la mayor integración de toda su historia. La ALBA, el Mercosur, la CELAC son espacios que, lejos de detenerse, deben ahondarse. Todos estos asuntos tienen el sello de Chávez. Por eso Chávez llegó para quedarse. Hay líderes que marcan la historia. Y esos, por más esfuerzos que hagan, no se mueren nunca.
Sea cual sea el desenlace físico -siendo el mejor, ver a Chávez ceñirse la faja presidencial el entrante 2013-, corresponde a todas y todos los venezolanos hacer un esfuerzo similar al de 2002. En aquel año, la misma oposición que ahora brinda con champán francés por el cáncer, dio un golpe de Estado que fue derrotado por el pueblo. Ahora, se trata de asumir la responsabilidad que les corresponde a todos y cada uno en este escenario complicado. Chávez ha hecho lo más difícil. Venezuela ahora tiene patria. Pero los enemigos siguen acechando. Es ahora, más que nunca, cuando Chávez y el pueblo tienen que ser lo mismo. Un pueblo que convierta su tristeza en herramienta política para ahondar en la transformación socialista de Venezuela contra todos los vientos del neoliberalismo. Esos de los que se liberó y que ahora está empezando a conocer la vieja Europa.

Juan Carlos Monedero es profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid
Fuente: http://www.publico.es/447124/chavez-llego-a-la-revolucion-para-quedarse

28 september 2012

Venezuela proa al socialismo


Punto Final


Los motivos del imperio -y de sus socios y sirvientes en América Latina y Europa- para librar la feroz campaña internacional de desprestigio contra el presidente venezolano Hugo Chávez son más que evidentes. En 2004 la revolución bolivariana proclamó su carácter antiimperialista y dos años después, se definió socialista. Esto no ocurría en América Latina -y en el mundo- desde hacía medio siglo. Chávez ha reafirmado esos principios en su programa para postular a la reelección el próximo 7 de octubre: “No queremos -dice- permanecer en el ámbito del capitalismo, es indispensable que en Venezuela encarne el socialismo como el ancho y abierto camino hacia la suprema felicidad social”. Y reiterando la mixtura de su ideología revolucionaria, agrega: “Combatimos por una sociedad donde se realicen plenamente los grandes valores del cristianismo”.

Estas definiciones políticas, económicas y sociales son -como sabemos los chilenos-, aspiraciones prohibidas para los pueblos de cualquier latitud y, sobre todo, para los de América Latina y el Caribe. El águila imperial está alerta para caerle encima a cualquier país que ose levantar la bandera del socialismo, o simplemente la de la independencia. El colonialismo cultural ha convertido al socialismo en algo perverso y peligroso para pueblos “educados” por la televisión made in USA. En Chile hasta la palabra “socialismo” es casi desconocida. Ha sido eliminada del lenguaje político y social. Se teme mencionarla e identificarse con ella. La inteligentzia más condescendiente sitúa al socialismo entre las utopías inalcanzables y, por lo tanto, en una pérdida de tiempo referirse a él. No aparece entre los objetivos de partidos que se dicen de Izquierda y representantes de la clase trabajadora. Ni siquiera lo menciona nuestro pintoresco Partido Socialista que, en cambio, se pavonea con su “republicanismo”, emulando al Partido Liberal que cumplía con más brillo esa función en el siglo pasado.

Chávez y la revolución bolivariana no sólo han legitimado la palabra y el hondo significado humanista y popular del socialismo -lo que por sí solo ya sería un triunfo-, sino que, además -y esto sí no le perdonan el imperio y sus secuaces- ha iniciado la construcción de una nueva sociedad en Venezuela y está cooperando para que otros países de la región, mediante métodos democráticos acordes con sus propias realidades, inicien el camino de liberación del ser humano que significa el socialismo.

Si Chávez gana el 7 de octubre, como todo parece indicar, se propone “seguir construyendo y cimentando las bases del socialismo bolivariano del siglo XXI para desmontar el inhumano, depredador y belicista sistema de acumulación capitalista y trascender la lógica del capital que lo sustenta”. Más claro no puede ser.

La valentía de su franqueza es un desafío insoportable para el imperio, las oligarquías y sus instrumentos políticos y mediáticos. Eso explica porqué el PS y la Democracia Cristiana de Chile, partidos hermanos de Acción Democrática y Copei en Venezuela, pulverizados por la revolución bolivariana, se entrometen en forma tan descarada en el proceso electoral venezolano. Desde el ex presidente “socialista” Ricardo Lagos -que en abril de 2002 se apresuró a reconocer al gobierno golpista que derrocó a Chávez por 48 horas-, hasta senadores digitados por la Organización Demócrata Cristiana de América Latina (ODCA), tenaz enemiga de Venezuela, Cuba, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, etc., han asesorado a la Mesa de Unidad Democrática (MUD), la coalición opositora, en tácticas políticas y maniobras propagandísticas. El ex presidente Lagos fue contratado en marzo de este año, con el español Felipe González y el brasileño Fernando Henrique Cardoso -trío de esperpentos de la socialdemocracia-, a un seminario en Caracas costeado por Banesco, el mayor grupo financiero de Venezuela. Su propósito era servir de caja de resonancia anti Chávez en los medios escritos y audiovisuales opositores, que son la mayoría.

El detonante de la bomba opositora en Venezuela consiste en desconocer, si le son desfavorables, los resultados del 7 de octubre. Para eso hay que crear en forma anticipada la imagen de un posible fraude. Henrique Capriles, el contendor de Chávez, se ha negado a firmar un compromiso para reconocer el resultado que proclamará el Consejo Nacional Electoral, la institución más prestigiada de Venezuela. Chávez, en cambio, no sólo acepta firmarlo sino que decenas de veces ha repetido que respetará los resultados sean cuales sean. El periodista José Vicente Rangel, ex vicepresidente de la República, ha advertido que “el fantasma de la violencia que se pasea por el escenario podría materializarse, dramáticamente, en el momento que el CNE anuncie los resultados”.

El fraude anticipado -que en Chile encuentra eco cotidiano en los medios escritos y audiovisuales- carece de verosimilitud. El Centro Carter, nada sospechoso de chavismo, ha declarado que el sistema electoral venezolano -electrónico y manual simultáneamente- es “el mejor del mundo”. Las elecciones y plebiscitos -incluyendo la envidiable revocación del mandato de autoridades- tienen lugar con frecuencia desde que Chávez llegó al gobierno hace catorce años. Al ritmo promedio de un evento por año, Chávez sólo ha perdido -por 0,53%- el referéndum constitucional del 2 de diciembre de 2007. En cambio, el referéndum revocatorio del 15 de agosto de 2004, que intentó sacar al mandatario por la vía electoral, lo ganó con el 59,09% de los votos. La confrontación electoral más reciente -elecciones parlamentarias del 26 de septiembre de 2010- dio alas a las esperanzas opositoras de derrotar a Chávez. En esa oportunidad, el PSUV y sus aliados obtuvieron el 48,13% y la MUD 47,22%; y el Partido Patria para Todos (opositor) logró el 3,14%. No obstante, el bloque de gobierno eligió por cuociente 98 diputados; la MUD 65 y el PPT 3.

La lluvia de encuestas en Venezuela indica, en su mayoría, que Chávez será reelegido. Consultores 30-11, por ejemplo, sostiene que Chávez recibirá 57,2% de los votos y Capriles 35,7%. Desde luego, hay enorme entusiasmo por votar y el 63,9% cree que ganará Chávez. Pero tan importante como esos pronósticos es que la mayoría dice estar de acuerdo con el socialismo que Chávez y el PSUV proponen para Venezuela. Hace catorce años ese país estaba tan minado por el capitalismo y su ideología como Chile de hoy. Sin embargo, el 51,2% de los encuestados señalan ahora estar muy de acuerdo (21,8%) o de acuerdo (29,4%) con el socialismo bolivariano. Un 39,6% está en desacuerdo o muy en desacuerdo.
El periodista Eleazar Díaz Rangel, director del diario Ultimas Noticias de Caracas, ha hecho ver que hasta la Conferencia Episcopal apoya con eufemismos la estrategia subversiva de la oposición. Díaz Rangel dice que sectores azuzados por el imperio podrían intentar acciones desestabilizadoras, como disturbios en las cárceles y ataques a recintos militares y aeropuertos. Todo es posible, cuando EE.UU., sus socios y sirvientes se juegan la vida. Lo demostraron en Chile en 1973. Y todavía más cerca, en Honduras y Paraguay.

El presidente Chávez no deja lugar a dudas. Anuncia con claridad el rumbo de su gobierno en el periodo 2013-2019: “La crisis que actualmente sufren los llamados países desarrollados -sostiene en su programa- es consecuencia de los desequilibrios y contradicciones intrínsecas al sistema capitalista. La voracidad por acumular cada vez mayor riqueza está originando no sólo la destrucción irreversible del medioambiente, sino la multiplicación de incontables sufrimientos y penalidades sobre millones de seres humanos. Nunca antes la Humanidad había padecido una desigualdad tan atroz. Mientras tanto, unas pocas personas y empresas monopolizan gigantescas fortunas creadas a través de manipulaciones financieras y especulaciones desmedidas, a costa de la miseria de la mayoría de la Humanidad”.

Un líder con este lenguaje, que levanta sin miedo el proyecto socialista, merece el respeto y solidaridad de América Latina. Sobre todo de Chile. Porque Hugo Chávez, en definitiva, no ha hecho sino recoger la bandera de Salvador Allende y sostener su acción de gobernante en principios democráticos con el respaldo mayoritario de su pueblo y de la Fuerza Armada Nacional.


Editorial de “Punto Final”, edición Nº 767, 28 de septiembre, 2012.

20 augustus 2012

The ghost of Pinochet haunts the campaign against Chavez


17 August 2008


I walked with Roberto Navarrete into the national stadium in Santiago, Chile. With the southern winter's wind skating down from the Andes, it was empty and ghostly. Little had changed, he said: the chicken wire, the broken seats, the tunnel to the changing rooms from which the screams echoed. We stopped at a large number 28. "This is where I was, facing the scoreboard. This is where I was called to be tortured."

Thousands of "the detained and the disappeared" were imprisoned in the stadium following the Washington-backed coup by General Pinochet against the democracy of Salvador Allende on September 11, 1973. For the majority people of Latin America, the abandonados, the infamy and historical lesson of the first "9/11" have never been forgotten. "In the Allende years, we had a hope the human spirit would triumph," said Roberto.

"But in Latin America those believing they are born to rule behave with such brutality to defend their rights, their property, their hold over society that they approach true fascism. People who are well dressed, whose houses are full of food, bang pots in the streets in protest as though they don't have anything. This is what we had in Chile 36 years ago. This is what we see in Venezuela today. It is as if Chavez is Allende. It is so evocative for me."

In making my film, The War on Democracy, I sought the help of Chileans like Roberto and his family, and Sara de Witt who courageously returned with me to the torture chambers at Villa Grimaldi, which she somehow survived. Together with other Latin Americans who knew the tyrannies, they bear witness to the pattern and meaning of the propaganda and lies now aimed at undermining another epic bid to renew both democracy and freedom on the continent. Ironically, in Chile, said to be Washington's "model democracy", freedom waits. The constitution, the system of electoral control and the designer inequality are all Pinocher's gifts from the grave.

The disinformation that helped destroy Allende and give rise to Pinochet's horrors worked the same in Nicaragua, where the Sandinistas had the temerity to implement modest, popular reforms based largely on the English co-operative movement. In both countries, the CIA funded the leading opposition media, although they need not have bothered. In Nicaragua, the fake martyrdom of  the "opposition" newspaper La Prensa became a cause for North America's leading liberal journalists, who seriously debated whether a poverty-stricken country of three million peasants posed a "threat" to the United States.

Ronald Reagan agreed and declared a state of emergency to combat the monster at the gates. In Britain, whose Thatcher government "absolutely endorsed" US policy, the standard censorship by omission applied. In examining 500 articles that dealt with Nicaragua in the early 1980s, the historian Mark Curtis found an almost universal suppression of the achievements of the Sandinista government -- "remarkable by any standards" - in favour of the falsehood of "the threat of a communist takeover".

The similarities in the campaign against the phenomenal rise of popular democratic movements today are striking. Aimed principally at Venezuela, especially Hugo Chavez, the virulence of the attacks suggests that something exciting is taking place; and it is. Thousands of poor Venezuelans are seeing a doctor for the first time in their lives, their children immunised and drinking clean water.

On July 26 Chavez announced the construction of fifteen new hospitals; more than 60 public hospitals are currently being modernised and re-equipped. New universities have opened their doors to the poor, breaking the privilege of competitive institutions effectively controlled by a "middle class" in a country where there is no middle. In Barrio La Linea, Beatrice Balazo told me her children were the first generation of the poor to attend a full day's school and to be given a hot meal and to learn music, art and dansce. "I have seen their confidence blossom like flowers," she said. One night in barrio La Vega, in a bare room beneath a single light bulb, I watched Mavis Mendez, aged 94, learn to write her own name for the first time.

More than 25,000 communal councils have been set up in parallel to the old,  corrupt local bureaucracies. Many are spectacles of raw grass-roots democracy. Spokespeople are elected, yet all decisions, ideas and spending have to be approved by a community assembly. In towns long controlled by oligarchs and their servile media, this explosion of popular power has begun to change lives in the way Beatrice described. It is this new confidence of Venezuela's "invisible people" that has so enflamed those who live in  suburbs called Country Club. Behind their walls and dogs, they remind me of white South Africans.

Venezuela's wild west media is mostly theirs; 80 per cent of broadcasting and almost all the 118 newspaper companies are privately owned. Until recently one television shock jock liked to call Chavez, who is mixed race, a "monkey". Front pages depict the president as Hitler, or as Stalin (the connection being that both like babies). Among broadcasters crying censorship loudest are those bankrolled by the National Endowment for Democracy,  the CIA in spirit if not name. "We had a deadly weapon, the media," said an admiral who was one of the coup plotters in 2002. The television station, RCTV, never prosecuted for its part in the attempt to overthrow the elected government, lost only its terrestrial licence and is still broadcasting on satellite and cable. 

Yet, as in Nicaragua, the "treatment" of RCTV has been a cause celebre for those in Britain and the US affronted by the sheer audacity and popularity of Chavez, whom they smear as "power crazed" and a "tyrant". That he is the authentic product of a popular awakening is suppressed. Even the description of him as a "radical socialist", usually in the pejorative, wilfully ignores that he is actually a nationalist and a social democrat, a label many in the British Labour Party were once proud to wear.

In Washington, the old Iran-Contra death squad gang, back in power under Bush, fear the economic bridges Chavez is building in the region, such as the use of Venezuela's oil revenue to end IMF slavery. That he maintains a neo-liberal economy with a growth rate of over 10 per cent, allowing the rich to grow richer, and described by the American Banker magazine as "the envy of the banking world" is seldom raised as valid criticism of his limited reforms.

These days, of course, any true reforms are exotic. And as liberal elites under Blair and Bush fail to defend their own democracies and basic liberties, they watch the very concept of  democracy as a top-down liberal preserve challenged on a continent about which Richard Nixon once said "people don't give a shit". However much they play the man, Chavez, their arrogance cannot accept that the seed of  Rousseau's idea of direct popular sovereignty may have been planted among the poorest, yet again, and "the hope of the human spirit", of which Roberto spoke in the stadium, has returned.



El fantasma de Pinochet merodea por la campaña contra Chávez

johnpilger.com

Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos

Entré con Roberto Navarrete en el estado nacional de Santiago, Chile. Con el viento de invierno del sur deslizándose desde los Andes, estaba vacío y fantasmagórico. Me dijo que había cambiado poco: la alambrada, los asientos rotos, el túnel hacia los vestuarios en los que había ecos de los gritos. Nos detuvimos ante un gran número 28. “ Aquí es donde estaba yo, cara a marcador. Aquí me llamaron para ser torturado ” .

Miles de “ detenidos y desaparecidos ” fueron encerrados en el estadio tras el golpe del general Pinochet respaldado por Washington contra la democracia de Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973. La mayoría de las personas en América Latina, los abandonados *, nunca han olvidado la infamia ni las lecciones históricas del primer “ 11 de septiembre ” . “ En los años de Allende teníamos la esperanza de que triunfaría el espíritu humano ” , afirmó Roberto.

“ Pero en América Latina quienes creen que han nacido para gobernar se comportan con tanta brutalidad para defender sus derechos, sus propiedades, su dominio sobre la sociedad, que se aproximan al fascismo. Las personas bien vestidas, cuyas casas están repletas de comida, golpean cacerolas en las calles para protestar como si no tuvieran nada. Eso es lo que tuvimos en Chile hace 36 años y es lo que estamos viendo en Venezuela hoy. Es como si Chávez fuera Allende. Me recuerda tantas cosas ” .

Al hacer la película The   War   on   Democracy [La guerra a la democracia] soñaba con ayudar a chilenos como Roberto y su familia, y Sara de Witt que valientemente habían vuelto conmigo a las cámaras de tortura de Villa Grimaldi, a la que Sara había sobrevivido de alguna manera. Junto con otros latinoamericanos que conocían las dictaduras testificaron sobre el modelo y significado de la propaganda y las mentiras que ahora tienen por objetivo minar otro intento épico de renovar la democracia y la libertad en el continente. Irónicamente, en Chile, que se decía era la “ democracia modelo ” de Washington, la libertad se hace esperar. La constitución, el sistema electoral y la desigualdad son regalos de Pinochet desde su tumba.

La desinformación que ayudó a destruir a Allende y originó los horrores de Pinochet funcionó de la misma manera en Nicaragua, donde los Sandinistas tuvieron la temeridad de implementar modestas reformas populares basadas en el movimiento cooperativo inglés. En ambos países la CIA financió a los medios de la oposición, aunque no se tenían que haber molestado. En Nicaragua el falso martirio del periódico de la “ oposición ” La Prensa se convirtió en una causa para los principales periodistas liberales de Norteamérica, que debatieron seriamente si un enfermo de pobreza país de tres millones de campesinos podía suponer una “ amenaza ” para Estados Unidos.

Ronald Reagan accedió y declaró el estado de emergencia para luchar contra el enemigo que tenía a la puerta. En Gran Bretaña, cuyo gobierno encabezado por Thatcher “ apoyó absolutamente ” la política estadounidense, funcionó la clásica censura por omisión. Al examinar 500 artículos que tratan de Nicaragua a principios de la década de 1980 el historiador Mark Curtis encontró que casi todos ellos habían suprimido los logros del gobierno Sandinista (extraordinarios según cualquier parámetro) a favor de la falsedad de la “ amenaza de una toma de pode comunista ” .

Hoy resultan sorprendentes las similitudes con la campaña contra el fenomenal aumento de los movimientos de democracia popular. Dirigidos principalmente contra Venezuela, especialmente contra Hugo Chávez, la virulencia de los ataques sugiere que algo emocionante está teniendo lugar. Y está teniendo lugar. Por primera vez en sus vidas miles de venezolanos pobres están viendo a un médico, a sus hijos vacunados y agua potable limpia.

El 26 de julio Chávez anunció la construcción de quince nuevos hospitales; actualmente se están modernizando y volviendo a equipar más de 60 hospitales públicos. Nuevas universidades han abierto sus puertas a los pobres y roto así el privilegio de instituciones competitivas controladas por una “ clase media ” en un país en el que no hay nada medio. En el barrio* La Línea, Beatriz Balazo me dijo que sus hijos eran la primera generación de pobres que asistía a una escuela todo el día y que se les daba una comida caliente y aprendían música, arte y danza. “ He visto su confianza en sí mismos desarrollarse como flores ” , dijo. Una noche el barrio La Vega, en una habitación desnuda bajo una solitaria bombilla vi a Mavis Mendez, de 94 años, aprender a escribir su nombre por primera vez.

Se han establecido más de 25.000 consejos comunales de forma paralela a las viejas y corruptas burocracias locales. Muchos de ellos son espectáculos de democracia de base en estado puro. Se elige a los portavoces, pero una asamblea comunitaria tienen que aprobar todas las decisiones, ideas y gastos. En las ciudades que están muy controladas por los oligarcas y sus serviles medios de comunicación esta explosión de poder popular ha empezado a cambiar las vidas de la manera que lo describía Beatriz. Esta nueva confianza en sí mismos de las “ personas invisibles ” de Venezuela es lo que tanto ha encendido a quienes viven en barrios residenciales llamados Country Club. Detrás de sus muros y sus perros, me recuerdan a los blancos sudafricanos.

Son suyos la mayoría de los medios de comunicación de Venezuela similares al Salvaje Oeste: el 80% de las televisiones y radios, y casi todas las 118 compañías periodísticas son privadas. Hasta hace poco a un locutor de televisión le gustaba llamar a Chávez, que es mestizo, “ mono ” . Hay portadas que lo describen como Hitler o como Stalin (la relación entre ambos es que a los dos les gustaban los niños). Entre los medios que proclaman más fuerte que hay censura están los financiados por el National Endowment for Democracy [Fondo Nacional para la Democracia estadounidense], que es la CIA en espíritu si no en nombre. “ Tenemos un arma mortífera, los medios de comunicación ” , afirmó un almirante que fue uno de los que tramaron el golpe de 2002. La cadena de televisión, RCTV, que nunca fue juzgada por su participación en el intento de derrocar al gobierno electo, solo perdió su licencia terrestre y sigue emitiendo vía satélite y cable.

Sin embargo, como en Nicaragua, el “ trato ” dado a RCTV se ha convertido en una causa célebre para todos aquellos en Gran Bretaña y Estados Unidos ofendidos por la audacia y popularidad puras de Chávez, a quien difaman calificándolo de “ ávido por el poder ” y “ tirano ” . Se omite el hecho de que sea un producto auténtico de un despertar popular. Incluso la descripción que hacen de él como “ socialista radical ” , generalmente en sentido peyorativo, ignora completamente que en realidad es nacionalista y socialdemócrata, una etiqueta que antaño muchas personas en el Partido Laborista estaban orgullosas de aplicarse.

En Washington la banda de los viejos escuadrones de la muerte Irán-Contra, de vuelta al poder con Bush, teme los puentes económicos que Chávez está creando en la región, como el uso de los ingresos del petróleo de Venezuela para acabar con la esclavitud del FMI. El hecho de que mantenga una economía neoliberal con una tasa de crecimiento superior al 10%, que permite a los ricos ser más ricos y de que la revista American   Banker la describa como “ la envidia de mundo de la banca ” apenas se menciona como una crítica justificada de sus limitadas reformas.

Por supuesto, en los tiempos que corren cualquier reforma verdadera es exótica. Y mientras las elites liberales bajo Blair y Bush fracasan en defender sus propias democracias y libertades básicas observan cómo el propio concepto de democracia como un coto liberal de arriba a abajo es desafiado en un continente del que Richard Nixon dijo una vez que “ la gente importa un carajo ” . Por mucho que se mofen del hombre, Chávez, su arrogancia no puede aceptar que las semillas de la idea de Rousseau de soberanía popular directa se hayan podido plantar una vez más entre los más pobres y que haya vuelto “ la esperanza en el espíritu humano ” de la que Roberto hablaba en el estadio.
* En castellano en el original (N. de la T.)

5 juni 2012

EL SIGLO EL SIGLO



Editorial de ElSiglo.Edición 1613 del 1° de Junio 2012

Una burda maniobra

Justo en los días en que, con motivo del centenario de unpartido político, el Comunista, estudiosos, dirigentes políticos, militantes ymuchas personas a lo largo del país se inclinan a recrear un extenso período denuestra historia para conocerla y asimilar creativamente sus lecciones, desdeotro lado se lanza una publicitada maniobra de falsificación de nada menos queun episodio crucial de los doscientos años republicanos. El “desembarque” de lainterpretación fraudulenta de las causas del golpe de estado de 1973, y eljuicio ético y político sobre Salvador Allende y Augusto Pinochet –cuyo autores nada menos que un destacado protagonista de episodios claves de esta historia,el influyente político demócrata cristiano Patricio Aylwin- se realiza desdelas páginas de un diario español y su intencionada incidencia en el quehacerpolítico de hoy en nuestro país es absolutamente indisimulable.

Paralelamente a ello, las acciones del gobiernoderechista –apenas “rozado” en los juicios del ex presidente- sigueninformándonos de su decidido carácter de clase.

Entre sus “avances”, los anuncios del jefe del SERNACacerca de los arbitrarios cobros por estacionamiento de vehículos en losgrandes espacios de los llamadosretails. Muy pronto –pues “poderosocaballero es Don Dinero”- un retroceso sin disimulo y tan rebuscado que no esmás que un largo texto en la ya consagrada “letra chica”.

Otro episodio: los cerdos de Freirina. Que seríansacrificados, que su traslado era urgente… Ministro Mañalich dixit.Y tampoco era la verdad, pues los cerditos de esta fábula sólo cambiarán dedomicilio, de un campamento de emergencia a otro, situado en una región centraldel país que desde ya prepara su resistencia.

Mentiras, mentiras, mentiras.

Y una vez más, la política de apagar incendios, ahora másprestos pues las duras lecciones han penetrado hasta la calcárea epidermis delos equipos empresariales. Pero de fiscalizaciones previas y permanentes, deprotección a la gente y cuidado del medioambiente, de la simple y llanaobservancia de las leyes y reglamentos –la manoseada “institucionalidad”- nimedia palabra.

Tras el debate post 21 de Mayo, otra novedad: laomnipotencia del presidente Sebastián Piñera, quien incluso sin advertírselo asu ministro del ramo (¿y al de Hacienda?), eleva sus publicitados, rebuscados ytransitorios aportes asistenciales a un número mayor de beneficiarios, en unaclarísima muestra de su filosofía de gobernante. Supremo conocedor del poder dela billetera, el financista-presidente parece casarse con la teoría de LuisXIV, “El rey sol”, quien orgullosamente proclamaba  “el estado soyyo”, y al vaivén de su temperamento da y quita como si de su peculio se tratara.Esta vez no estuvo mal, lo que no desmiente que otras veces sí lo estuvo nigarantiza que lo estará en lo que le resta de gobierno.

Benévola iniciativa, que como cada una de las del “da yquita” de una administración empresarial, no sólo no cambia sino que acentúalas profundas injusticias vigentes, al no tocar ni por casualidad sus causasprofundas.
EL DIRECTOR



Editorialde El Siglo,edición 1612 del 25 de mayo de 2012

Bien producido, presidente

Si hubiera que elegir el momento culminante del Mensajepresidencial del 21 de Mayo, y el que dio lugar a una ovación de pie luego delas innumerables interrupciones de la claque política –variante novísima de “laclase política”-sería sin duda aquel en que Sebastián Piñera nombró uno por unoa los 8 integrantes de la familia Landeros González, réplica corregida yaumentada de “la señora María” de Ricardo Lagos.

Ya desde el nombre de la jefa de familia, todo venía comoanillo al dedo: Felicidad.

Cada uno de ellos fue mencionado por sus “logros”, yluego de haber detallado sus carencias y sinsabores fueron acreditados como de“clase media”. Más que un Mensaje, un Mensajón que necesitaba una “familiasímbolo”.

Así, junto a la claque puertas afuera, acarreada como enlos mejores tiempos del cohecho con empanadas y medio colchón, quedó clarísimoel sentido que tiene para esta nueva derecha “la solemnidad de un actorepublicano”.

Un extenso recuento de los “cumplimientos” de suprograma, y algunas promesas de igualmente dudoso porvenir, fueron la tónica unextenso ejercicio de retórica en el que no faltó el dramático “perdón” dirigidono se sabe a quién. ¿Sería a los miles de damnificados por el terremoto defebrero de 2010 que pasarán otro invierno bajo la lluvia? ¿O los cientos demiles que reclaman por viviendas mínimamente dignas, incluyendo a la legión deallegados y a los que subsisten en los más de 600 “campamentos” que año a añose promete erradicar por completo? ¿O los millones de víctimas del abandono ahospitales y otros servicios de salud, aquejados de una crisis que más quedramática es vergonzosa e inaceptable, sobre todo si se vanaglorian del “buenestado” de la economía, el excelente manejo de las finanzas públicas y esosventeados 16.000 dólares por persona que nos ponen a las puertas del mundodesarrollado?

Ni una palabra para las obras públicas que requieren conurgencia inversiones que, sin mayores complejos, el gobierno de turno destina ala “mitigación” de los efectos de una torre faraónica, para evitarles molestiasa los vecinos de las comunas más acomodadas.

Sobre salud y educación, nada digno de destacar. Sobrereformas políticas, la misma ambigüedad respecto a como ejercerán su derecho avoto los chilenos que residen en el exterior. Y sobre el sistema binominal,nada más que un largo silencio.

¿Será el destino de los “chilenas y chilenos”, a los queinvoca el jefe de estado cada vez que debe dirigirse a la nación, esperar unadádiva como la otorgada a la “familia símbolo”?

¿El cobre?, un capítulo de las innumerables omisiones.Como el estado y destino de los fondos previsionales, administrados a altocosto por una casta de expertos “de excelencia”.

¿Para las regiones?: la farandulesca promesa de un puentesobre el Canal de Chacao, para dar a los habitantes de la Isla Grande de Chiloéuna “conectividad” de la que carecen por el largo abandono a los que se hacondenado a sus caminos interiores.

Pero, todo, “bien producido”. Como una fiesta de 15 años,con limusinas y parientes benévolos; o un show con porristas y harto juego deluces y un público cuidadosamente escogido para que no haya ni “momentosvacíos” ni algún gesto espontáneo que se salga del libreto.

Y eso sería todo.

Felicitaciones, presidente: bien producido.
ElDirector

www.elsiglo.cl