Wilson Enrique Rojas Mercado era un esposo y padre ejemplar. Así lo sintieron siempre su esposa René, y Nahuel, su único hijo.
El Negro Wilson, como le nombraban sus compañeros, en realidad era Eduardo en la lucha clandestina, jefe de las milicias del FPMR de la zona sur de Santiago entre 1988 y 1989, cargo que desempeñó en el último año de la dictadura. El Negro era un revolucionario. Un rodriguista.
Wilson nace en Copiapó en junio de 1963 y es de origen minero. De su familia de trabajadores humildes recibió la sensibilidad ante las injusticias que lo impulsaron a luchar toda su vida, al decir del propio Wilson, el ser revolucionario “era una cuestión genética”.
Apenas se empinó sobre la infancia, puso empeño en todo aquello en que pudiera realizar un pionero comunista durante los años del Gobierno Popular de Salvador Allende. Cuando fuimos gobierno. Fue natural su militancia en la JJCC, y no lo enviaron a presión cuando el golpe del 1973, porque acababa de cumplir diez años. Toda su instrucción política y conspirativa inicial, se la debe a los viejos mineros de Copiapó que le enseñaron a sobre vivir en los primeros años de la dictadura.
Después de 1980, Wilson, desde antes que terminara sus estudios en la enseñanza media, se incorpora tempranamente al combate popular. Entre 1983 y 1984 forma parte de los primeros grupos que organiza el PC en esta nueva etapa de lucha contra la dictadura. Por su destacado papel y por la fuerza que siempre mostró en sus convicciones, viaja clandestinamente a Cuba en 1985 donde recibe preparación política y militar.
Entre 1986 y 1987 trabaja clandestinamente entre Buenos Aires y Santiago en la creación y consolidación de infraestructuras y tareas logísticas como miembro del Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Posteriormente ingresa a Chile y es pilar en la organización de las Milicias Rodriguistas en la zona sur de la capital, donde realiza múltiples actividades y acciones en la lucha popular.
Wilson Rojas Mercado, era inquieto, vehemente y escribía poemas llenos de alegorías y pasiones; aún se conservan algunos dedicados a su organización y la Comandante Tamara, Cecilia Magni, a quien siempre consideró el símbolo mayor del ser revolucionario.
Por su actividad revolucionaria, Wilson Rojas fue encarcelado y torturado por la dictadura. Estuvo preso en la Penitencería de Santiago entre 1989 y 1990. No obstante, al terminar su condena, continuó luchando convencido que el nuevo gobierno de la Concertaciòn, no daría solución a las más sentidas demandas populares. Por este nuevo empeño, por su actividad miliciana y revolucionaria, ahora en nuevas condiciones políticas, es detenido en 1992 y permanece recluido en la Cárcel de Alta Seguridad hasta 1996.
Wilson Rojas, además era un cristiano convencido. De ello también nacen sus ansias de justicia e igualdad. Al salir de la cárcel formó su familia, René y Nauel, su hogar y su vecindario, pasaron a ser el centro de su vida. La Iglesia y las escuelas públicas donde trabajó, fueron los nuevos escenarios donde intentaría hacer su propia redención de los pobres, de los humildes. Era el Tío Wilson para los niños en la Escuela Pablo Neruda. Era el dirigente poblacional dispuesto y abnegado, un líder natural en su Villa Santa Olga. Era un divulgador del catecismo a los niños de su parroquia.
Wilson Enrique Rojas Mercado apenas vivió 46 años. Muy poco para un ser que lo dio todo a cambio de nada, sólo a cambio de la satisfacción que brinda luchar por una causa justa como fue combatir contra la dictadura. Tan noble como fue el estar al lado de los pobladores de su villa, al lado de su parroquia, junto a los niños de su escuela. Durante casi cuatro años luchó contra su enfermedad para vivir intensamente junto a René y Nahuel, a quienes amó y amará por siempre.
Wilson luchó y amó por su dignidad…, y por la dignidad de todos nosotros.
Honor y gloria al hermano Wilson Rojas.
Tus compañeros de antes y de ahora, seguiremos tu ejemplo.
Santiago, 11 de marzo de 2010