9 oktober 2011

Reflexiones desde Venezuela


Reflexiones acerca de la cooperación en defensa nacional y la capacidad de disuasión regional latinoamericana y caribeña ante los riesgos de dominación imperial
USARecientemente el Presidente Hugo Chávez, en el marco de la reunión del VI Consejo Político de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA-TCP) señaló que frente a la eventual agresión de poderes foráneos era imperativo adoptar una política defensiva de alcance regional con capacidad de disuasión. Esta referencia, hecha en alusión a la agresión de la OTAN enLibia y la creciente escalada de presiones y amenazas a Siria por parte de Estados Unidos y otras potencias europeas; es una afirmación realista, clave no sólo para los países progresistas integrantes de ALBA, sino también para la naciente institucionalidad deUNASUR y debería asimismo, ser tema de agenda en la creación del nuevo mecanismo delCELAC en términos mas o menos cercanos al siguiente enunciado: La seguridad regional ante el riesgo de un sistema internacional de dominación imperialista inseguro.
Pero comencemos por el principio. En sentido general, decimos que se disuade, cuando en una relación dominada por una escalada de conflicto, un actor A que había emprendido una acción ofensiva frente a otro actor B, cambia de parecer y desiste de continuar en su pretensión inicial, ante la firme voluntad de este último que no cede a las pretensiones y muestra capacidad para reaccionar e infligir pérdidas notorias al primero. Dicho en otras palabras, la disuasión es un frenazo abrupto y un giro de rumbo ante el riesgo que al seguir adelante con una acción ofensiva iniciada, esto traiga como consecuencia una reacción contraria que acarree cuantiosas pérdidas.

Aún cuando a lo largo de la historia hay ejemplos que ilustran acerca de la disuasión, la elaboración teórica es relativamente reciente. Se atribuye su formulación al general francés André Beaufré, quien argumentó que el poder nuclear de las grandes potencias había organizado un mapa geoestratégico mundial fundado en la disuasión nuclear, pues ninguno podía anular totalmente la capacidad de reacción del otro y por tanto evitar la eventual destrucción. En consecuencia, el temor a que la potencial escalada condujera al uso eventual de la fuerza nuclear y la destrucción masiva, ello hacía de la disuasión el mejor aliado de la paz. Definitivamente extraño camino para llegar al cielo, si acaso pudiera llamarse así a una paz de sepulcro y terror.

La disuasión como postulado de la política de defensa nacional adoptada por un estado configura ciertamente el desarrollo del concepto defensivo, la preparación de los componentes militares, el desarrollo y adquisición de los sistemas de armas para disminuir las vulnerabilidades y fortalecer la capacidad de respuesta eventualmente ante una posible amenaza. No obstante, ella no es una cualidad inherente a la política de defensa que se adopte, pues no actúa sobre todos los adversarios por igual. Algunos analistas han señalado que por largo tiempo Libia desarrolló un sistema de defensa que descansaba en la disuasión que significaba la fortaleza de unidades de tanques y artillería modernos que podían ser desplegadas rápidamente. Sin embargo, en los últimos años se habría desacelerado la modernización y adaptación a los cambios mas recientes de la tecnología militar. Al punto que su aparente capacidad de disuadir habría mermado para el momento de iniciar la OTAN sus acciones militares. No obstante, difícilmente podría enfrentarse un solo país contra una coalición agresora de la envergadura que representan la coalición de países europeos reforzada con los Estados Unidos.

La política de defensa descansa en el desarrollo de un concepto de respuesta que se fortalece disponiendo de medios con capacidad ofensiva. De ahí que, al menos cuatro aspectos deban ser considerados: qué poder actúa para disuadir y con que resultados esperados; la definición del adversario y los medios con los cuales cuenta; la voluntad y capacidad de actuar frente a la amenaza y de responder con rapidez a la acción de fuerza; el consenso político y apoyo popular sumado a los recursos disponibles que permitan sostener la política de defensa en el tiempo.

Un dilema que surge es, si cada estado mejor asegura su capacidad defensiva como pueda ó si es posible establecer mutua confianza y fortalecer esa capacidad en coaliciones que formen alianza. Llevado a los ámbitos regional o subregional es condición necesaria que se identifiquen y reconozcan las amenazas potenciales como comunes y tener la voluntad de coordinar las estrategias y medios que las contrarrestarían. Ambos tópicos son complejos. De la mayor importancia es el sentido de pertenencia a dicha alianza y el compromiso y confianza de las partes que la integran y su pronta reacción ante la escalada que pudiera ocurrir. Poco vale un aliado que ante la acción ofensiva no pueda movilizarse para acudir con rapidez en apoyo al agredido.

Por otra parte, la constitución de una alianza implica la creación de una instancia como pudiese ser un Consejo de Defensa que sirva de órgano de planificación y asesoría de los órganos de defensa nacional de los países aliados. La actuación y reacción de concierto es un asunto de la mayor complejidad y dificultad por los elementos de supranacionalidad que llegan a estar involucrados y las eventuales reacciones de sectores internos en contra. Asimismo hay que considerar como limitante el hecho que procesos integracionistas con fundamento en el comercio justo y lo social, como es el caso de ALBA, no posee un plano de articulación de políticas de defensa en el cual converjan sus miembros. Quizás en un futuro cercano, es una dimensión que debiera plantearse a partir del derecho que les cabe a los pueblos para su defensa. Caso distinto ocurre en UNASUR donde ya se han creado instancias políticas y de defensa regional, no obstante la mayor heterogeneidad de sus integrantes en cuanto a procesos políticos, articulación de movimientos sociales y orientación político ideológico de sus gobiernos puede hacer dificultoso el consenso en torno a las premisas fundamentales para definir una política de defensa comunitaria. Finalmente no puede obviarse que la disuasión regional solo funciona en sentido convencional, pues América Latina es zona desnuclearizada según los términos del Tratado para la Proscripción de Armas Nucleares en América Latina y el Caribe, mejor conocido como el Tratado de Tlatelolco (1967) al cual se han adherido los países latinoamericanos y caribeños. La energía nuclear sólo es posible desarrollarla con fines pacíficos, por tanto la premisa de la disuasión nuclear de la cual hablaba el General Beaufré, está negada.

La disuasión mas que ser pregonada se revela como resultado de una política que se manifiesta y proclama como defensiva. En tal sentido, el mejor derrotero que podrían seguir los países latinoamericanos y caribeños que impulsamos procesos de cambio populares y nacionalistas, sea que nos definamos como socialistas o en general progresistas, sería promover una política activa de confianza mutua y cooperación en defensa nacional, fundamentada en factores como los que se mencionan de seguida: fomentar el intercambio de información e inteligencia entre las fuerzas armadas; armonizar las políticas de adquisición de armamentos en función de las amenazas potenciales comunes; fortalecer el naciente Consejo de Defensa de UNASUR como instancia de planificación y la creación de instancias subregionales para coordinar la realización de operaciones y maniobras conjuntas intrarregionales; promover el intercambio de experiencias legales e institucionales en materia de defensa para avanzar en la adopción de legislaciones similares que faciliten el acercamiento común; crear una institución de estudios de defensa con programas de formación adaptados a la realidad y especificidad latinoamericana y caribeña incentivando el intercambio de oficiales; impulsar el desarrollo de industrias conjuntas de equipos y partes de repuestos a nivel regional y subregional que permitan disminuir la vulnerabilidad de la dependencia tecnológica en materia de abastecimiento y compras de armamento con fines de defensa; promover la formación de milicias populares que complementen a la fuerza armada tradicional; crear sistemas de resolución de conflictos adosados a UNASUR y CELAC, pues en forma indirecta, la diplomacia puede accionar frente a una escalada obstaculizando y hasta deteniendo las acciones del poder agresor, restándole el barniz de legitimidad del cual pretende revestirse. El rechazo de China y Rusia en el Consejo de Seguridad a la resolución condenatoria en contra de Siria es un buen ejemplo.

Frente al arsenal imperial de doctrinas y sofisticadas estrategias enunciadas como conflictos de baja intensidad, fuerzas de despliegue rápido y tantos otros términos que sirven a fin de cuentas para establecer el esquema de dominación mundial que conocemos; la defensa nacional de los países que hemos emprendido procesos populares de transformación social con soberanía e independencia comienza en la confianza mutua y cooperación militar de naciones que con dignidad y firme compromiso avanzan en medio de acechanzas y peligros hacia la formación de una comunidad latinoamericana y caribeña con voz propia y para la liberación de sus pueblos.


Francisco Rodríguez L
frlandaeta@hotmail.com